El púgil puertorriqueño Miguel Cotto se despidió de los cuadriláteros el sábado por la noche, luego de una brillante carrera de 17 años, pero lo hizo con una derrota ante el estadounidense de origen yemení Sadam Ali, quien le arrebató la corona de peso mediano junior de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

Cotto, que llegó como gran favorito a la pelea, la última de su brillante carrera profesional de 15 años, no fue ni la sombra de su mejor forma, y perdió por la vía de la decisión unánime en 12 asaltos.

Los jueces tuvieron muy claro quien fue el ganador al presentar unas cartulinas de 116-112, 115-113 y 115-113, respectivamente, todas favorables a Ali, que reside en Nueva York.

En su décimo combate en el Madison Square Garden, Cotto se despidió de los cuadriláteros ante 12.391 aficionados, mayormente de su país.

Cotto, de 37 años, termina su carrera con marca de 41-6, con 33 nocauts.

El peleador boricua representó a su país en los Juegos Olímpicos del 2000 en Sydney y ganó seis títulos mundiales, el último fue el vacante de las 154 libras el pasado 26 de agosto contra el japonés Yoshihiro Kamegai.

Cotto es el único peleador puertorriqueño en coronarse en las divisiones welter junior, welter, mediano junior y mediano.

Ali, de 29 años, también boxeador olímpico del equipo de Estados Unidos en el 2008, colocó su marca en 26-1, con 14 nocáuts.

Ali lució fuerte y rápido contra Cotto, y lo dejó con marca de 8-2 en el Madison Square Garden.

Las estadísticas dejaron a Ali que conectó 139 de 647 golpes (21 por ciento) y Cotto 163 de 536 (30 por ciento), pero Ali estuvo superior en la segunda mitad de la pelea, después de que Cotto dijera que se lastimó el bíceps izquierdo en el séptimo asalto.

La batalla ante Ali marcó el final de la trayectoria profesional de uno de los más importantes campeones en la historia del boxeo puertorriqueño.

Cotto sorprendió a todos subiendo a la balanza sobre los 151 libras, dos por debajo de Ali que es un welter natural y llegó al pesaje en 153.

Hubo una aclamación atronadora para Cotto cuando subió al cuadrilátero, y el público siguió coreando su nombre cuando se marchó, orgulloso pero vencido.

 

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