VIDEO DEL COMENTARIO SEMANAL EN TERRA de Eduardo Lamazon on lunes, 23 de noviembre de 2015 cortesía de Terra y de Gustavo Guerra. Gracias.

 

Me escribe un amigo diciendo que ganó Cotto, que está de acuerdo con mi tarjeta. Le respondo:

«Gracias, en este mismo momento varios cientos de individuos me están diciendo que soy un pendejo». «Para algunos soy un héroe, en realidad, y para otros soy villano, como sucede siempre tras las peleas que hacen conflicto con la decisión…»

Mi tarjeta de puntuación es la que enciende acuerdos y desacuerdos tras lo que vimos, porque después de las de los jueces es la más expuesta del mundo al escrutinio de la gente. Ni la transmisión gringa, al ser de pago por ver, es seguida por tantos millones de personas. No conozco los números precisos pero en México una noche como la del sábado arroja 10 o 15 veces más espectadores frente al televisor que los que consigue el PPV estadounidense.miguel-cotto-vs-canelo-alvarez-17-photo-by-naoki-fukuda

El resultado entre Canelo y Cotto es la mayor división de opiniones de los últimos tiempos. Así por ejemplo alguien me pregunta por qué no gritamos «fraude» como en Pacquiao-Márquez 3 o «robo» como en Chávez-Vera 1. Le explico que en esas peleas el 99 % vio ganar a Márquez y a Vera, mientras que aquí las opiniones se parten cerca de a la mitad.

Fraude es que los tres jueces vean una cosa y el resto de los observadores vean lo contrario. Hoy la controversia es escandalosa y merece otro análisis, más allá del anatema.

Esta fue la mayor controversia de los últimos tiempos pero no la mayor que se recuerde. Quizá la mayor división de opiniones de la historia fue una de las peleas entre Emile Griffith y Luis Manuel Rodríguez, en la que dos corresponsales de agencias de noticias, ambos expertos, se recuerda, tenían 14 puntos de diferencia sobre lo que acababan de ver.

Cuando hay debate por las tarjetas los aficionados buscan socios de opinión para convencerse y, sobre todo, convencer de que tienen razón, de que lo que ellos vieron no admite cuestionamientos. «Yo sí sé, yo vi bien, tú no sabes de boxeo, tú estás diciendo tarugadas». Entonces me hacen notar que Faitelson o Lederman vieron ganar al Canelo, lo que me hace añicos. Puedo imaginar que a David y a Harold les llegan mensajes en sentido opuesto, de los que compartieron mi opinión y no la de ellos.

Harold Lederman no ha podido explicar nunca sus cuatro puntos para Manny Pacquiao en la tercera pelea con Juan Manuel Márquez, en conflicto con lo que vio la inmensa mayoría. Los extranjeros no por ser importados son necesariamente mejores observadores.

* * * * * * *

Cotto le peleó al Canelo como Maravilla Martínez le peleó a Chávez, desde afuera, en semicírculos y en abanico, con un plan bien ejecutado para crearle dificultades a Álvarez y moverle el blanco con un movimiento perpetuo.

Cotto CaneloQue a Cotto y a Freddie Roach la estrategia les dio resultado es algo que no puede ponerse en duda. Parece que algunos esperaban que Cotto fuera a fajarse con el nuestro, para morir suicidado. No sólo hicieron bien lo que hicieron, Cotto y compañía, sino que lo prolongaron toda la pelea. Ese tarde o temprano «caer en la trampa de la pelea franca» que yo había pronosticado en mi análisis previo, no sucedió.

Enfrente el Canelo Álvarez trabajó mecánicamente bien, en algunos rounds mejor que en otros, con su búsqueda de golpes fuertes. Cada uno con su plan, los dos consiguiendo en distintas medidas lo que se proponían.

A partir de aquí es asunto de criterios del observador.

Para algunos ese Cotto cacheteador desde lejos lo hizo mejor, y para otros contaron los golpes de poder del mexicano.

Lo que hace Compubox contando golpes es bueno, porque aporta información irreprochable, y nos ayuda a juzgar, pero no es –no puede ser- definitivo que el que conecta 155 golpes le gana al que conecta 129.

Un día que no está lejano los guantes van a tener un dispositivo que medirá en kilos o en libras la calidad de los golpes y entonces sí, sabremos con exactitud quién lastimó más, quién empujó más al enemigo con la suma de impactos. Por ahora sólo tenemos el ejercicio del criterio. Lo que a usted le parece, es lo bueno para usted. Lo que me parece a mí, eso es lo que forma mi opinión.

Hay una serie de clichés espantosos del boxeo en el imaginario colectivo, como que el retador tiene que proponer la pelea y hacer más que el campeón, o que una pelea de fallo dividido es más pareja que una pelea de fallo unánime. Por tonto que parezca, lo creen millones de personas. En estos prefijos se enmarca la idea de que el rompedor de madres es más valioso que el estiloso o boxeador refinado.Cotto Canelo

A mí me sedujo más el trabajo de Cotto, elaborado por la inteligencia, ejecutado con cuidados sibilinos, y nunca abortado por el enemigo, que los golpes severos pero insuficientes de Álvarez. Los golpes del Canelo sonaban más fuertes, porque él subió notoriamente más pesado, pero pregunto yo en qué momento, siquiera breve, Cotto fue más dañado Canelo.

Lo de Álvarez fue bueno para la primera mitad de la pelea, pero después debía crecer y no creció, debía sublimarse para aspirar a la grandeza, para trascender cierta irritante medianía en la que caminó hasta el final.

Esa es la pelea que vi, le contesto a Saúl, que cuando Carlos Aguilar le preguntó qué pensaba de mi tarjeta respondió: «¿Qué pelea estaba viendo Lamazón?»

La pelea que en mi opinión ganó uno con estrategia y con boxeo, con ciencia deportiva de alta escuela y con denuedo, con más argumentos y sutilezas que la fuerza bruta de la que se esperaba que noqueara y no lo hizo.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que noquear, como una obligación ineludible? ¿Porque se me ocurre a mí? No, señores, tenía que hacerlo porque en teoría el Canelo por puntos no podía ganar. Y no ganó.

Todo lo que dije que hizo Cotto es tangible y existió. Ahí estuvo, lo hayan visto todos, o algunos, o nadie. Yo no inventé ni imaginé mis razonamientos. Que muchos no lo hayan visto, o lo menospreciaran, o no le dieran el valor que le dieron al boxeo tremebundo de Álvarez, puede ser, lo estoy viendo, no soy estúpido.

Las peleas de dos estilos tan contrastantes siempre encienden la discordia, y es legítimo que la gente opine y elija. El boxeo no es mío, pero tampoco es del que me descalifica. Tengo mi opinión y no la cambio porque no soy pusilánime. A veces he elegido al rudo, a Durán sobre Leonard por ejemplo, y otras veces he elegido al elegante, como ahora, porque esa es la magia, mi libertad, el encanto de poder elegir en una competencia deportiva del tamaño del que los hombres son capaces sobre la tierra.

Cotto fue cerebro armonioso en funcionamiento y Canelo fue músculo abigarrado y duro.

Cotto Canelo¿Quién gana? Siempre gana el que hace más daño. Como el sensor en el guante no existe, cada cual elige lo que ve. A mí no me convenció, como a otros, el golpeo del mexicano que fue de envíos solitarios (¿combinaciones?, sí, fallaban mucho, los golpes sueltos tenían mejor destino) sin la continuidad del vendaval ni la contundencia del estampido.

La pelea que vimos, en la mayor parte de su distancia, fue la pelea de Cotto. La pelea que fuera del Canelo era una con presión constante y suficiente que rompiera el esquema (como lo hizo Margarito en la primera contra el mismo Cotto) presentado por el puertorriqueño.

Queda por explicar por qué suceden estas cosas, por qué tanta diferencia de criterios. La respuesta es que nuestro deporte no es tenis ni es futbol. No tenemos ni puntos ni goles. Contamos golpes y les ponemos un componente de calidad que sale de nuestro muy particular capricho. Pregúnteme a qué me sabe esta manzana y le responderé que a manzana, pero usted no sabrá jamás si la manzana me sabe a mí como a usted le sabe.

La victoria del Canelo es, seguramente, un algo más importante que el que yo tenga razón o deje de tenerla. Le deseo a Saúl que le vaya bien, que muestre calidad y merecimientos en lo porvenir. Es un deportista honesto. El boxeo mexicano necesita de esa agua porque sin el Canelo en estos días muere de sed.

Un individuo me dijo en un mensaje: «Lama, ¿para qué te metes en problemas? Mejor hubieras hecho una tarjeta que dejara conformes a todos».

Estoy seguro que usted entiende la dificultad.

Por: Eduardo Lamazón
Twitter:  @lamazon_oficial 
Artículo original: Facebook/EduardoLamzon
© Copyright by Eduardo Lamazon

Comments

  1. compubox no miente, ni los rostros tampoco, canelo salio limpio y cotto todo mayugado…… LAMAZON USTE ESTA EN LAS DROGAS. vio como salio chavez vs martinez jajajajaj ni siquiera fue lo mismo,, ya jubilese

  2. La visión de lamazon está pero igual sigo viendo al canelo ganador

  3. Si tu viste a Cotto como el ganador, pues eres una broma y no sabes nada del boxeo…. Tal vez ganó Cotto si era una pelea de amateur, pero esto es profesional….. Los golpes de Canelo eran mucho mas poderosas, y eso se vio en la cara de Cotto. Usted eres una vergüenza

  4. Cotto fue mejor que el canelo

  5. Uno puede aprender algo nuevo aquí todos los días. Estoy un habitual para la mayoría de los blogs, pero aún no sabía nada de un par de ellos.

  6. hola me encanta la cabecera de tu blog, es una creación personal?

  7. Me encanta como puede sustentar su dictamen, sobre quien gano la pelea esa noche, yo coincido con el en que esa noche, domino el boxeo tecnico y la estrategia palnificada de parte de Miguel Cotto y su entenador Freddie Roach.

  8. Pues yo como buen mexicano que soy apagué el televisor antes de que finalizara la pelea, Cotto le iba pasando por encima al Canelo, la verdad me soprendió mucho que le dieran la victoria. Apagué el televisor por que pienso que un peleador mexicano que se jacte de ser un buen boxeador, no puede pelearle de esa forma a un puertoriqueño. No vi a canelo lanzar ninguna combinación. Sr. Lamazón, estoy de acuerdo con usted, creo que se a que sabe su manzana. Saludos.

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