Por: Christopher Salas 

Nacido en California, USA. De padre colombiano y madre mexicana, desde muy temprano en su vida estuvo relacionado con peleas y violencia; cuando estaba en la escuela se peleaba permanentemente hasta que las autoridades de la misma «lo invitaron a irse». Creció peleando en la calle como muchos púgiles, en su ciudad natal de Sacramento a la edad de 13 años. Además de las peleas muchos amigos de Corrales eran miembros de «pandillas» y fue testigo del asesinato de su mejor amigo cuando le dispararon desde un vehículo. Pese a sus carencias pugilísticas.

A pesar de sus largos brazos y su dificultad para crear ángulos, evidenciaba su gusto por los combates de igual a igual, de distancia corta. Precisamente la doctrina del ‘de tú a tú’ lo elevó a los altares el boxeo el 7 de mayo de 2005. Fue su momento estelar: la pelea contra Castillo. Un combate pleno de coraje, orgullo y profesionalismo con el título de los pesos ligeros del Consejo Mundial de Boxeo.

Desoyendo las órdenes de su propio entrenador, Joe Goossen, se fajó en la distancia corta, sin casi espacio para la reacción o la huida, recibiendo un severo castigo, sobre todo en la mandíbula. Pero no importaba. «Creo que soy el mejor pegador dentro de los pesos ligeros, de eso no tengo dudas», afirmaba antes del combate. Hasta en dos ocasiones besó la lona en el décimo asalto. Con los periodistas comunicando la victoria de Castillo y los aficionados camino a recoger el botín de sus apuestas, Corrales se levantó y escribió una de las mejores páginas pugilísticas de los últimos años.

Renació de sus cenizas para dejar fuera de combate a Castillo en ese mismo décimo asalto y, de paso, unificar los títulos del peso ligero. Una vuelta de los infierno que lo encumbró, hasta el punto de que este primer capítulo de Corrales-Castillo fue premiada como ‘Pelea del Año’, por la Asociación de Cronistas de Boxeo de América (BWAA). Llegaba a la cima de una carrera en la que había ganado sus primeras 33 peleas y en la que ganó los títulos del peso ligero y súper ligero.

Desde la cima, cayó al precipicio. Perdió la revancha contra Castillo, que lo dejó fuera de combate cinco meses después (8 de octubre de 2005), y en el capítulo final, el Corrales-Castillo III, programado para el 3 de junio de 2006, el boxeador mexicano no pudo pelear porque falló en el peso.

Disputó su última pelea el 7 de abril de 2007, en Springfield, Missouri. Perdió con el ghanés Joshua Clottey, que impuso su mayor fortaleza física. La pegada de Corrales, letal en los súper ligeros, derivó en balas de fogueo en el peso ‘welter’, categoría en la que decidió probar a la desesperada. La insistente labor demoledora de Clottey tuvo su punto culminante cuando derribó a Corrales en los asaltos nueve y diez para ampliar aún más la prohibitiva ventaja que llevaba en las tarjetas de los jueces.

Desenlace Final

El 7 de mayo de 2007, a dos años exactos del aniversario de su gran victoria frente a José Luis Castillo, Diego Corrales muere en un accidente en su motocicleta que conducía en la autopista de Las Vegas. Desplazándose a 160 kilómetros por hora, esquiva un camión e impacta contra la parte trasera de otro vehículo. Muere a las 19:20, hora del Pacífico.

Su promotor Gary Shaw dijo «Peleaba de forma temeraria y así vivía, era su estilo. Murió como vivió». Su mánager James Prince le dijo a Shaw en la escena del accidente «Si se pudiera levantar lo haría» haciendo referencia a su gran bravura.

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