«El boxeo es un deporte diferente, ningún otro es tan peligroso, ningún otro depende tanto de la apreciación…»

El sábado 21 de noviembre del 2015. Saul «Canelo» Alvarez ganó su segundo título mundial en distinta categoría, se coronó por tarjetas unánimes (117-111, 119-109 y 118-110) frente a Miguel Ángel Cotto, un tipo hecho de otra pasta, quizá de otro planeta, un boricua de boxeo fino y mil batallas de experiencia, un tipo que hace todo bien en el ring, y por lo visto también fuera de él.

«Es un sentimiento que no puedo explicar… ¡Comienza mi era!»Cotto Canelo

Es destacable que haya derrotado a un peleador como él, un verdadero logro para Canelo, pero nada es perfecto, no convenció a mucha gente, no los convenció su poder de puños, no los convenció su fantástico bending, no los convenció su buena derecha, su precioso uppercut, el haber puesto a Cotto al borde del KO en más de una ocasión,  no los convenció su humildad al agradecer a los Reynoso como un niño que agradece a sus profesores queridos “ellos me agarraron desde que no sabía tirar un jab” (Conmovedora declaración)  no los convenció que más tarde se volvió un hombre-macho-alfa diciendo sobre Gennady Golovkin de la forma más simpática; ¡Cuánto contraste con todo el mundo del boxeo! Que para mi gusto respeta demasiado a Golovkin.

“Sí quieres, me pongo los guantes ahorita mismo para pelear con él…”

cotto canelo

Tal vez este deporte es tan fascinante para mí por lo real que es, aquí no hay victorias absolutas, ningún campeón se va limpio de castigo, aquí se ven las heridas de los errores, se llevan con orgullo, no hay hipocresías en el ring, y cuando suena la campana del asalto 12, los enemigos se vuelven hermanos. No puedo ver eso en otra actividad en el mundo, quizá debería observar mejor.

Es cierto, sería absurdo negar que fue un combate muy parejo, que vi perder muchos rounds a Álvarez, y que un triunfo de Cotto no hubiera sido descabellado. El alucinante Miguel Cotto, del que podría escribir poesía. Como gente del boxeo, estamos acostumbrados a tarjetas sin criterio, sabemos que nuestro deporte está manchado y no nos desgarramos las vestiduras por la infamia, amamos algo que sabemos no es perfecto, algo así como un amor incondicional.

«Álvarez hizo lo necesario para ganar, lastimó más, toda la estadística estuvo a su favor, Cotto no hace ver bien a nadie, ni siquiera a Mayweather, es extraordinario…»

Si alguien no lo ve así, entonces vivirá en la frustración de nunca alcanzar la utopía, y descargará sus pasiones desordenadas en los peleadores, quienes, aparte de soportar golpes en el cuadrilátero, también soportan faltas de respeto fuera de él.

“Un buen entrenador es el que te trae desde la nada. Estoy orgulloso de tener a gente como ellos. Más que entrenadores son mi familia…»

Canelo cotto

Duele un poco la mentalidad perdedora de algunos compatriotas mexicanos, uno entiende mucho cuando no sabes perder, pero entiende mucho más cuando no sabes ganar, “qué vergüenza ganar así” como si ganar fuera pecado, como si la gloria fuera prohibida, como si el trabajo fuera sencillo, lo que sí es sencillo es juzgar a la ligera, lo que sí es muy fácil es opinar de lo que no se tiene remota idea.

Quizá Saúl “Canelo” Álvarez nunca sea reconocido por muchos, pero como él dice “A mí sólo me importa lo que opina mi gente…”

Por: Miriam Martin
 Twitter: @miriamyeloiza 
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