Escrito por: Bernardo Pilatti (ESPN Digital)

Fotos por: Alex Nuñez (FDB Plus)

Al boxeo lo hicieron grande sus personajes, los dueños de la escena, los héroes de cada generación cuyo talento único les permitió construir carreras diferentes. En el libro de la historia del pugilismo, sus campeones son los protagonistas y sus vidas llenaron el escenario de este deporte. Adentro y afuera del ring.

Cada epopeya individual esta retratada en nuestra memoria. Victorias, derrotas, lesiones, el buen o el mal uso que le dieron al dinero obtenido, sus problemas con la justicia, sus romances, sus vidas familiares, sus legados y sus hijos, ¡especialmente sus hijos! Cuando cada uno de esos campeones se alejó del boxeo, los fanáticos se quedaron con el adiós y el deseo de una segunda parte en cada historia. Los hijos fueron los depositarios naturales de ese anhelo. No todos heredaron el gusto por el boxeo, pero quienes lo hicieron, salvo honrosas excepciones, no pudieron seguir sus huellas exitosas.

Este sábado debutó con una contundente victoria, otro hijo de Roberto «Mano de Piedra» Duran. Al igual que otro de sus hijos que en el pasado probó fortuna en el boxeo, tiene su mismo nombre y por esa razón, ya arranca su camino por los cuadriláteros despertando grandes expectativas, así como también mucha curiosidad.

¿Conseguirá Duran Jr. representar en el boxeo actual lo que representó su progenitor en el pasado? ¿Tendrá la personalidad y la adecuada fortaleza de carácter para responder a las expectativas? ¿Logrará, tal vez, lo que tantos no lograron: cargar con autoridad la pesada carga del apellido? Si nos manejamos por la estadística, el hijo de «Mano de Piedra» tiene por delante una misión casi imposible.

UN DEBUT SOÑADO

Este otro hijo de Duran, tiene 27 años, reside en Fort Lauderdale, Florida, es entrenado por el cubano Jorge Rubio y en su primera pelea profesional venció por KO en el 4to. asalto al también debutante cubano Miguel Morales.

Durán es un púgil que, al menos en su primera batalla, demostró buena pegada y un acertado control mental y emocional, ante la presión que provocaban las expectativas sobre su apellido. A su frente tuvo a un oponente difícil, movedizo, típico exponente de la escuela cubana y con una importante experiencia como amateur.

Al último asalto, los dos llegaron con desempeños parejos y sin que hubiera por parte de cualquiera de los dos un dominio absoluto de las acciones. Todo cambió en ese cuarto episodio cuando un gancho de derecha bien conectado por Durán fue suficiente para liquidar el pleito de manera contundente.

Fue la primera batalla y evidentemente no alcanza para llegar a conclusiones sobre lo que se pueda esperar de su futuro. De todas maneras, ganar por KO en el mero debut es iniciar la carrera profesional con el pie derecho y al mismo tiempo, significa sobrevivir a los nervios de un debut bajo tanta presión.

Todo pinta de buena manera para el futuro inmediato de este otro Roberto Duran Junior que inicia su carrera con un plus de innegable valor agregado, su herencia genética, algo que le abrirá puertas, le permitirá oportunidades y le permitirá manejarse con otra tranquilidad, a partir del significado de su nombre en cualquier cartelera profesional.

Que Duran Junior consiga responder a las expectativas, es otro asunto. No obstante, es bueno recordar que esa cualidad no ha favorecido a otros hijos de leyendas. Por el contrario, ha sido su cruz y su fracaso, aunque hay un atajo que en algunos casos permite romper esa monotonía estadística: los hijos que superan a sus padres.

LAS SECUENCIAS FALLIDAS

El apellido Duran ya vivió una secuencia fallida por partida doble. Fue en el año 2000 cuando debutaron Irichelle y Roberto «El Chavo» Durán. La primera realizó solamente tres peleas, con una sola victoria y «El Chavo» sumó apenas siete peleas en cuatro años.

El ejemplo de Julio Cesar Chávez y sus hijos, es algo así como una bandera que nos recuerda siempre que las grandes leyendas son únicas e irrepetibles. Ni Chávez Junior ni Omar Alonso han logrado, siquiera, aproximarse al trayecto de gloria que su progenitor escribió en la historia boxística contemporánea.

Otro apellido retratado en nuestras retinas por partida doble es el de los hermanos Leon y Michael Spinks, que brillaron en la máxima categoría donde conquistaron títulos mundiales. Cory, hijo de León, tuvo una respetable carrera en 147 y 154 libras, pero no brilló y su boxeo jamás se acercó siquiera a la calidad de su padre o de su tío.

Marvis Frazier, hijo de una leyenda indiscutible como Joe Frazier, recordado por sus tres batallas épicas contra Muhammad Ali, tuvo un inicio en el boxeo que prometía una gran carrera profesional en la división superior, pese a que lo hizo algo tarde a sus 30 años, pero no logró despuntar. Lo mejores recuerdos de su breve carrera fueron por dos derrotas emblemáticas, ante Larry Holmes primero y Mike Tyson después.

LAS EXITOSAS SUCESIONES

La particularidad de las sucesiones exitosas, pasa por la superación boxística del apellido. En ese rubro, también abundan los ejemplos, pero dos en particular ocupan toda la atención mediática: Floyd Mayweather y Félix «Tito» Trinidad.

Floyd Mayweather, Sr. tuvo una respetable carrera pero no logro brillar ni tampoco alcanzó títulos mundiales. Sí lo hizo su hermano Roger, que conquistó un título súper ligero del CMB que luego perdió contra Julio Cesar Chávez en 1989 y durante su carrera enfrentó a lo mejor de su generación. Los dos, fueron superados por su heredero directo: Floyd Mayweather Jr. que en su inmaculada carrera se transformó en uno de los mejores exponentes boxísticos de la historia.

El boricua «Tito» Trinidad heredó de su padre (Don Félix) el amor por el boxeo y obviamente lo superó con amplitud. Su progenitor consiguió ser campeón nacional como único logro en una carrera breve. Su mayor destaque fue como entrenador en la exitosa saga de su hijo, para muchos el mejor pugilista en la historia del boxeo puertorriqueño.

En el mundo latino, hay muchos ejemplos similares en grandes nombres del boxeo mundial que han sido emulados por sus descendientes, pero sin que pudieran brillar de la misma forma., como Héctor «Macho» Camacho, Wilfredo Vázquez, Guty Espadas, Carlos Zárate, Ricardo López o Jorge Páez, entre otros.

Cincuenta años después del debut de Roberto «Mano de Piedra» Durán, uno de sus hijos inicia el mismo duro camino por los cuadriláteros. Nada garantiza que el apellido sea el estandarte que le permita brillar en la reducida cumbre de las leyendas. Sin embargo, al hecho en sí mismo hay que darle desde lo filosófico la lectura que merece.

Que el hijo de una leyenda se calce los guantes para afrontar el mismo duro desafío que su padre, debe ser admirado y respetado como un valiente homenaje a lo que su progenitor significó para este deporte. Un deporte donde la salud está en riesgo permanente y el solo hecho de asumir esa realidad ya es un acto de valentía.

Sin importar el éxito o el fracaso en la carrera que recién comienza, la llegada al boxeo profesional de un nuevo Roberto Durán es un acto de celebración y que honra el glorioso pasado de su progenitor. El boxeo está más vivo que nunca y las leyendas, son más leyendas que nunca.

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may also like