El 12 de septiembre de 1992 fue un día donde el ídolo mexicano Julio César Chávez escribió otra página de oro en el boxeo mundial, dejando por todo lo alto a su patria. El gran campeón mexicano defendía su campeonato superligero del Consejo Mundial de Boxeo ante el boricua Héctor ‘Macho’ Camacho en el Thomas & Mack Center de Las Vegas.

El combate, titulado ‘La más grande gloria’ fue una auténtica guerra y una de las peleas más épicas que la ‘Ciudad del pecado’ ha presenciado en toda su historia. Este sería uno de los eventos que le dio forma y fortalecería a la industria del PPV.

En México, jamás un evento deportivo que no fuera un partido de fútbol había paralizado de tal manera a los aficionados. Para las personas que contaban con sistema de televisión por cable buscaron la manera de pagar para ver la pelea sin importar que, así como los bares deportivos y no deportivos estaban totalmente abarrotados y muchos otros tuvieron que escuchar la pelea por la radio. No existía el Internet así que eso no era opción.

Héctor ‘Macho’ Camacho como ya tenía acostumbrado a todo el mundo, utilizó la boca como su principal arma durante la promoción de la pelea. Al grito de ‘Macho Time’ buscaba intimidar a Chávez, sin embargo, el mexicano nunca se puso al tú por tú y solo dejó que sus puños hablaran en el cuadrilátero, para al final ganar por decisión unánime con puntuación de: 117-111, 119-110 y 120-107.

La revancha nunca llegó, pero la amistad entre Julio César Chávez y Héctor ‘Macho’ Camacho creció y como nunca nadie se lo hubiera imaginado, hasta la trágica muerte del puertorriqueño ocurrida en 2012. Chávez por supuesto, estuvo en el funeral del que siempre consideró el mejor y más valiente rival al que enfrentó.


«Fue algo increíble, la pelea paralizó a todo México. La gente estaba volcada, eran puras bendiciones, elogios, ¡no podía salir a la calle! ‘Macho’ Camacho fue muy bocón, pero te caía más o menos bien, no me molestaba lo que decía. No tomé las cosas personal como con Rosario. Tome la pelea con mucha seriedad ya que sabía que era un muy buen peleador y que aguantaba todo. Pero siempre le tuve una gran estimación», dijo la leyenda mexicana.

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