Gennady Golovkin se encuentra en un estado mental de compromiso puro y de disciplina intocable en estos momentos, ya que el sábado 16 por la noche estará enfrentando lo que será la pelea más importante de su carrera profesional, y tanto es así que ni siquiera el nacimiento de su hija, puro detener lo que es su campo de entrenamiento.

Golovkin daba los toques finales a su entrenamiento la semana pasada, dentro de su campamento en las montañas del sur de California, cuando llegó desde Los Ángeles la noticia de que su esposa estaba dando a luz. La pareja tenía ya un hijo.

El entrenador Abel Sánchez autorizó que “Triple G” Golovkin se marchara al hospital, pero el kazajo decidió no interrumpir su preparación para lo que podría ser la pelea que defina su carrera.

«Me dijo, ‘entrenador, el bebé va a nacer, esté yo ahí presente o no. Yo debo entrenar», afirmó Sánchez.

La niña nació cuando Golovkin cerraba su sesión de entrenamiento del viernes en Big Bear. Pudo estar al lado de su esposa y su hija recién nacida al día siguiente, si bien el miércoles se negó a responder preguntas sobre el nacimiento.

«Por favor, no hagan preguntas sobre mi familia», pidió Golovkin. «Sólo preguntas relacionadas con el boxeo».

Una gran cantidad de preguntas sobre boxeo mantuvo al púgil ocupado al reunirse con un grupo de reporteros para conversar sobre una pelea que muchos ya comparan con los grandes enfrentamientos del pasado en la categoría de los medianos. El exmedallista olímpico de plata y la estrella mexicana de mayor renombre se verán las caras el sábado por la noche en un choque dentro de las 160 libras que se ha venido gestando por años.

Para Golovkin, la pelea en el T-Mobile Center de Las Vegas es una oportunidad de finalmente surgir como una superestrella para el público en general, no sólo para los fanáticos más avezados que de antemano lo consideran el mejor en el boxeo actual.

Sin embargo, el combate también se está tornando el más desafiante de su carrera, uno que no deja margen para las distracciones, ni siquiera cuando se trata del nacimiento de una bebé.

«No es un juego, es una pelea», recalcó Golovkin, de 35 años. «Uno puede volver a casa o terminar en el hospital. Es peligroso, y todo mundo comprende eso».

GGG se mostró muy receptivo, amable y alegre con todos los medios de comunicación, algo que su entrenador Abel Sánchez atribuyó al hecho de haberse convertido en padre una vez más y a la motivación que siente por haber concretado este combate y que en pocos días se hará realidad.

«No es una pelea fácil para él ni para mí», declaró Golovkin. «Creo que la segunda mitad será una locura, como una pelea callejera».

Ambos peleadores se mostraron muy profesionales después, en la última conferencia de prensa antes del combate. La discreción ha antecedido a lo que se espera sea una pelea de mucha acción.

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